Por Rafael Elía
Jony vendía.
Su causa no era muy grande, tendría cien fojas
Tenía varias. Todas por lo mismo.
Me acuerdo cuando vino al juzgado a notificarse de la formación de la causa.
Nos miramos y los dos nos dimos cuenta que nos conocíamos.
Él no dijo nada, yo tampoco.
Jony vendía.
Lo agarraron en la calle principal, un poli y un municipal.
Y esto no es una canción de Calamaro.
Decía que un par de días no tuvo para aportar y le labraron el acta.
Que todos los que vendían estaban arreglados.
Era verdad, los dos lo sabíamos.
Jony vendía.
Unos días después vino a la indagatoria.
Tenía su bolso verde.
Lo acomodo abajo del escritorio de José.
Lo dejó entre las piernas.
Yo me dí cuenta; él también que yo lo había visto
Jony vendía.
No lo negó en la audiencia.
Dijo lo mismo, lo de la coima.
Y que lo que secuestraron era del otro pibe.
Al bolso lo miraba todo el tiempo, mientras declaraba.
Se fue y nos miramos cómplices.
Jony vendía.
José nunca lo dudó. Y entendió lo del bolso
Intentó convencer al juez, que lo que hacía no era grave.
Me preguntó después, consternado, qué hacíamos ahí.
A la hora, lo encontré a Jony por la calle con el bolso.
A los dos nos costaba pronunciar high school musical.
Jony vendía.
Así lo dijo el procesamiento.
Yo ya sabía. Todas las tardes me lo cruzaba de vuelta a casa.
Siempre en el mismo lugar, con sus cd`s y películas en la mano.
Y parece que los demás también sabían.
En el juzgado, todos le compraban.
Bueno, corto y real, me gustó.
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