Por EL SADE
Hay que reconocer que el empleado judicial se encuentra constantemente encerrado por el capricho de un juez o de un secretario. Corrigen
hasta el hartazgo las -muchas o pocas, pensadas o no- palabras que generalmente
garabatea en un papel. En alguna ocasión, las pocas, la corrección viene acompañada de
alguna explicación; mientras que en otras cae fulminante como un rayo. Se pide con la
velocidad de un meteoro.
Con el tiempo, uno se acostumbra. Termina entendiendo -o vencido por el cansancio- que puede escribir libremente, pero que no
asume la autoría de sus líneas. De modo que tiene cierta lógica que aquél que debe “bancar
la parada” exija que se respeten sus parámetros.
Nada del otro mundo. Escribimos con nuestras manos, pero sujetos al pensamiento de otro. Para algunos esto implica una violencia tal, que se encierran en defender
bastiones caídos hace siglos. Tratan de convencer a personas, cuyas
decisiones ya fueron tomadas, y que cargan con el bagaje de mantener la línea
argumental, en la que ellos mismos fueron educados, una y otra vez, precisamente, a fuerza de correcciones.
Pero debo confesar que aún hoy, luego de tantos años de deambulear en
este derrotero judicial, sigo encontrando correcciones que -tal vez- merezcan batalla:
¿Cómo se
saluda a otro juez al pie de un oficio?
¿Qué oficio firman los jueces?
Mi primer encontronazo con esta especie de lucha de
poder fue cuando me corrigieron un oficio, en el que había puesto
“Dios guarde a V.S.”. En birome y remarcado, volvió a mis manos con la
frase “Saludo a V.S. atentamente”. Leyeron bien, no muy atentamente, sólo
atentamente.
El segundo fue un oficio dirigido al Decano del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional donde dejé el espacio para la firma del juez. Cayó en mi escritorio con la frase
“este oficio lo firma sólo el Secretario”.
Qué loco ¿no? Cuánto ego. Cuántas ganas de demostrar que uno es más que otro. ¡En un oficio!. Qué ganas de perder el tiempo. Y como yo no quise perder el mío, corregí lo que tenía que corregir y la máquina siguió marchando.
Pero invito a los que tengan la
posibilidad de tener un oficio a mano firmado -o no- por un juez y que miren
cómo saluda. A mi humilde criterio eso es un claro reflejo de lo que el
tipo es como persona.
Y les tengo malas noticias. Yo, que me cansé de ver y
escribir oficios, no encontré uno solo que esté firmado por un tipo que
realmente exprese hacia el otro un grado de aprecio o preocupación.
Si eso hacen entre pares -aunque no se sientan tales- imagínense qué queda para el resto de nosotros. Los mortales. Yo que sé... pensamientos sin sentido tal vez, que a uno se le ocurren cuando trabaja acá en el paraíso del egocentrismo.
Si eso hacen entre pares -aunque no se sientan tales- imagínense qué queda para el resto de nosotros. Los mortales. Yo que sé... pensamientos sin sentido tal vez, que a uno se le ocurren cuando trabaja acá en el paraíso del egocentrismo.
Igual sigo buscando. En algún lugar debe haber un oficio que termine con la frase:
“Si creés en Dios,
ojalá que te guarde para que hagas justicia.
Si no crees en Dios, ojalá que
siempre te puedas mantener ecuánime. Lo que necesites avisame. Y mañana
abrigate que va hacer frío. TKM”
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