Por Rafael Elía
Tendría 8 o 9 años. Quién sabe. Llegué a mi casa, y conté algo del colegio y por algún motivo dije “negro”, despectivamente. Mi vieja me miró, no era de retarme ni yo tampoco tan complicado, y me pidió que nunca más me refiriera así a una persona. Como todas las cosas que se dicen bien –y uno se da cuenta cuando va creciendo, que son buenas enseñanzas- me quedó grabado para siempre.
La vida tiene sus vueltas igual, porque me tocó entrar a trabajar, con 20 años, en la justicia. Y si en la vida "normal" la gente esta muy acostumbrada a usarlo, en la justicia es una cuestión permanente, un estado de guerra continua, entre “ellos” y “nosotros”. Pero no quiero irme tan lejos. Y los ejemplos –mal que me pese- sobran.
No hace mucho, al relatar alguna causa a los jueces o un Secretario, mientras los aburría o intentaba convencerlos de algo, fui interrumpido:
-Esperá… ¿es un “negro”?
Esa línea divisoria en el ámbito de la justicia marca el interés o desinterés por lo que seguía, y asegura la respuesta.
Un día, que estaba más combativo, en el medio de la secretaría conversando de una causa, uno me hizo –nuevamente- esa pregunta. Le expliqué que desde aquel reto, nunca había podido usar ese término. Una chica que trabajaba ahí, me preguntó: -¿Tu mama es socióloga? No, es ama de casa, respondí yo.
Como siempre, llegó la explicación del que había hablado al principio, que se habría sentido un poco incomodo, y aclaró: -en realidad pregunté si era negro de alma… (los puntos suspensivos son porque, tamaña estupidez, no vale la pena ni contestarla).
Pasaron otros destinos judiciales y la regla no se rompe. En todos lados, la cuestión del “negro” y la guerra permanente.
Hace unos días, una de las empleadas del lugar donde trabajo ahora –más grande ella- se enteró que yo no decía esa palabra. Los demás, al costado, se reían, porque me buscan a propósito y me incitaban a que lo diga.
Me miró sorprendida y me dijo con aires de profunda sabiduría: -Ah, pero vos entonces para fiscal o juez no podés concursar nunca, tenés que ser defensor. Todos le dijeron que claro, que nunca podría ser fiscal, incluso hasta asentí y me dije a mi mismo que “nunca me presentaría a un concurso para fiscal”.
Después me fui para casa y me quedé pensando... quizás mi vieja y yo podamos ser fiscales.
En tiempos (funestos) de la Esclavitud:
ResponderBorrarNegro = sin alma = desalmado = negro de alma = COSA.
(escribí tiempos de la Esclavitud, que fue abolida, y eso fue hace... MUCHO!. Avisen a la gente!).
Algo así de indignante seguiría sucediendo hoy día con los términos:
Puto = marica = maricón = gay = COBARDE o EL QUE LLORA, adjudicado a los de sexo masculino solamente, claro...
(escribí "cobarde"... a ver, COBARDE... ????!!!!!)
Sí, aún hay gente que vive en el pasado.
Lo peor es que les encanta.
Y agrego:
ResponderBorrarTu vieja = buena gente!!!!
Che, Fer. Como te banco!
ResponderBorrarMariano, Dignidad e Inconveniencia.
Siempre tan humano, sos de esas pocas personas que uno "rescata " dentro del Sistema Judicial, tan ajeno, tan frio, a la realidad que vivimos los que alguna vez fuimos tildados de "negros"; tristemente uno se va acostumbrando a ese "destrato", a ser mirado como un ser inferior. Te agradezco que siempre nos tengas presentes a nosotros los que para algunos hipocritas somos "negros". Abrazo
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